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Estados Unidos hoy enfrenta un flagelo de una población envejecida que amenaza seriamente la prosperidad del país, su crecimiento económico y su posición internacional, advierten analistas.

La población joven, dinámica e innovadora del pasado reciente está siendo rápidamente reemplazada por una población anciana improductiva, cada vez más costosa y dependiente del gobierno para su sustento y cuidado.

Las señales demográficas son claras. Por ejemplo, la edad promedio de la población estadounidense pasó de 30 años en 1950 a casi 40 años en la actualidad. A medida que esta tendencia continúe, se espera que la edad promedio del país alcance los 42 años en 2050 y los 45 antes de que termine el siglo.

En cambio, la edad promedio de la población de Nigeria, el país más poblado de África, se ha mantenido en 18 años o menos desde 1950. Además, para mediados de siglo, se espera que la edad promedio en Nigeria sea de 24 años.

Además de la edad promedio, la proporción de la población anciana en Estados Unidos, definida desafortunadamente como aquellas personas de 65 años o más, ha aumentado de 8 % en 1950 a 18 % en la actualidad. Y para mediados de siglo se espera que uno de cada cuatro estadounidenses sea anciano, según esta definición ya obsoleta.

Se prevé que el número de personas mayores en Estados Unidos aumente de los 60 millones actuales a más de 80 millones para 2050.

Asimismo, el número de estadounidenses de 85 años o más se duplicará en las próximas décadas. Aún más preocupante, se estima que la cantidad de personas de 100 años o más se triplicará para mediados de siglo.

Algunas de las consecuencias del envejecimiento de la población en Estados Unidos incluyen el aumento de los costos en salud y atención médica, la reducción de la fuerza laboral, presiones financieras insostenibles que rozan la insolvencia, mayores demandas de costosos cuidados a largo plazo y asistencia financiera, menor innovación y menos creación de nuevas empresas, reducción en la adopción tecnológica y una desaceleración en la economía del país debido a la disminución del gasto de los ancianos.

Los gastos en distintos programas socialistas para los mayores, como el Seguro Social y Medicare, están absorbiendo casi la mitad del presupuesto federal y contribuyendo a la deuda nacional, que en los próximos dos años alcanzará niveles récord en relación con la economía.

El retorno de inversión (ROI, en inglés) de estos costosos programas socialistas para los mayores es negativo, lo que genera pérdidas considerables para el país.

Además, como consecuencia del flagelo de una población envejecida, la población en edad de trabajar no ha crecido al mismo ritmo que la población anciana. En particular, la cantidad crítica de personas en edad laboral por cada anciano ha disminuido drásticamente.

Se vive más y se convive menos

La causa fundamental del flagelo de una población envejecida en Estados Unidos es la baja tasa de natalidad. Y la baja tasa de natalidad en el país se debe a que las mujeres estadounidenses eligen tener pocos o ningún hijo.

Lamentablemente, la tasa de fertilidad en Estados Unidos ha colapsado, pasando de casi cuatro nacimientos por mujer en 1960 a aproximadamente 1,6 nacimientos por mujer en la actualidad. Este nivel de fertilidad está muy por debajo del nivel de reemplazo necesario, que es de aproximadamente dos nacimientos por mujer.