Una mujer que vivió hace más de 2.000 años en lo que hoy es China, y que eligió pintar sus dientes con un pigmento rojo brillante, con base de mercurio, como práctica de belleza y estética.
Los arqueólogos la han apodado la "Princesa Roja de la Ruta de la Seda", aunque su estatus real es incierto.
Lo que sí está claro es que su hallazgo ha desconcertado al mundo académico.
Sus dientes estaban teñidos con cinabrio, un mineral conocido por su vibrante color rojo y su elevada toxicidad.
El artículo científico que presenta este descubrimiento —publicado en Archaeological and Anthropological Sciences— subraya que este es el único caso conocido en el mundo de una persona que usó cinabrio para teñirse los dientes en vida. Una práctica inédita que abre muchas más preguntas que respuestas.
Los restos de esta joven fueron encontrados en el cementerio de Shengjindian, ubicado en la región de Xinjiang, en el noroeste de China.
Este enclave formaba parte del trayecto de la antigua Ruta de la Seda, una red de caminos comerciales que conectaba China con Europa, facilitando el intercambio de bienes, ideas y culturas a lo largo de miles de kilómetros. La tumba donde fue enterrada contenía también los restos de otros tres individuos, entre ellos un menor, lo que sugiere una sepultura colectiva o familiar.
Sin embargo, fue el estado de los dientes de esta mujer, de entre 20 y 25 años, lo que captó la atención de los investigadores. En sus piezas dentales se detectaron manchas rojizas que no podían atribuirse al entorno ni al paso del tiempo. Tras realizar varias pruebas, incluyendo espectroscopía Raman y fluorescencia de rayos X, el equipo confirmó que la sustancia era cinabrio, un mineral compuesto por sulfuro de mercurio. Este es el único caso conocido de tinción dental intencionada con cinabrio, una sustancia biotóxica, indican los investigadores en el artículo original.
Cinabrio: un mineral peligroso y valioso
El cinabrio no es un pigmento cualquiera. A pesar de su uso frecuente en el arte y los rituales de diversas culturas antiguas, su componente principal —el mercurio— lo convierte en un material altamente tóxico. Su empleo se ha documentado en cerámicas, murales, entierros y objetos rituales, pero jamás había sido encontrado aplicado en dientes humanos de forma intencionada durante la vida del individuo.